Perspectiva de Género y el Abordaje de las Adicciones

“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.”

Rosa Luxemburgo

La decisión ético política de intervenir con varones en una comunidad terapéutica, como sujetos titulares de derechos, implica repensar y reflexionar que ellos están inmersos en una sociedad que los (nos) educa con patrones rígidos de cómo y quiénes debemos ser. Abordar las problemáticas de consumo problemático de sustancias desde una perspectiva de género nos permitirá de-construir estereotipos sociales en relación al “varón”, aquel que “no” debe mostrar sus emociones, no puede preguntarse por su sexualidad, ni elegir una profesión o paternidad. Como equipo de trabajadores/as de la salud nos debemos el desafío de construir junto a los jóvenes nuevas masculinidades y emprender urgentes debates.

Cuestionar privilegios en una sociedad patriarcal les permite a los sujetos de nuestras comunidades afianzar vínculos sanos y equitativos, al igual que problematizar sobre el lugar que ocupa el varón cis y qué rol debe desempeñar en esta sociedad, éstos serán puntos reflexivos de las diferentes problemáticas sociales que calan en los cuerpos de los sujetos.

Al igual que las sustancias, las exigencias a responder a los diferentes estereotipos sociales dejan marcas en las subjetividades y en los cuerpos. El uso de diferentes sustancias para alcanzar estandartes masculinos impuestos, como los psicofármacos, son recursos accesibles y sobre todo aceptados socialmente (desde una lógica legal y social). Es por ello que la heteronormatividad obstaculiza y condiciona la construcción de nuevas identidades que fueron arrasadas por el consumo; estos patrones rígidos son un tipo más de violencia altamente naturalizada.

La gran mayoría de los varones cis actúan de diferentes maneras para mantener el tipo de poder que se asocia con la masculinidad, como sostener una coraza dura y conservar el control, al mismo tiempo que se aprende a eliminar los sentimientos, a esconder las emociones y a suprimir las necesidades (Kauffman, 1997). Diferentes autores/as subrayan que los varones cis, con mayor identificación al modelo de masculinidad hegemónica, tienen mayor dificultad para asumir las pérdidas, el dolor, la tristeza y la soledad, junto a una mayor incapacidad para pedir ayuda, ya que esto implica reconocer cierto nivel de debilidad y fragilidad. Desde las comunidades terapéuticas repensar estás construcciones sociales estigmatizantes desde una mirada crítica, abre una abanico de nuevas posibilidades de abordar los procesos terapéuticos en relación a la construcción de deseos e identidades propias sin reproducir automáticamente el deber ser impuesto a los sujetos.

En una sociedad de consumo, patriarcal e individualista creemos necesario interpelar discursos que circulan en torno al consumo problemático de sustancias y las prácticas que de ellos devienen, al igual que las miradas conservadoras binarias de la sexualidad. Nos urge adentrar en nuestras agendas, como garantes de DDHH, el debate de qué tipo de sociedad queremos construir donde la igualdad debe ser base principal que permita consolidad y tejer relaciones equitativas, libres y colectivas.

Tec. Fernanda Rodriguez

Área de promoción y prevención